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jueves, 9 de febrero de 2017

Leyenda De Cigana Zoraida

El grupo de Zingra (ciganos) llego a Casablanca. Zaida y Zoraida fueron pronto a la ciudad y allí encontraron a personas de todas las razas y credos. 

Un joven árabe, curioso por naturaleza, se acercó a Zaida y Zoraida y comenzó a examinar todo lo que dijo de los recién llegados. Zaida no lo llamo, pero con valentía Zoraida le preguntó: - ¿Nunca viste a una cigana? El joven dijo: - Ya vi muchas, pero no tan bellas como usted. Zoraida, con más audacia, le contestó: - No es para tus ojos, árabe. El joven, dijo entonces: - Usted va a sufrir mucho en la vida, porque en su corazón sólo hay amargura. Por dentro eres fea. Y se alejó. Zaida y Zoraida fueron al campamento, pues irían al otro día a Rabat. En la mañana, levantaran el campamento.

La caminata fue difícil. La caravana de camelleros pasaba por macizos rocosos, donde los vientos implacables y terribles soplaban, aunque el cielo era azul. Fue difícil, pero llegaron a Rabat. Diferente de los demás, el mercado ofrecía a los compradores especialmente, lanas y alfombras. Este mercado se encontraba en un patio rodeado de paredes cubiertas de vegetación, con muchas flores y enredaderas. Allá se veía comerciantes que decantaban anunciando sus productos.

Zaida y Zoraida estaban deslumbradas con todas las cosas. No fue muy difícil mezclarse con el pueblo, pues las mujeres llevaban el clásico traje árabe, con una única túnica larga hasta los pies, la cabeza cubierta y el rostro oculto por un velo. Allí, Zoraida conoció a Mustafá. Pronto se interesó en él y él de ella. Zoraida era muy interesada e inmediatamente aprovechó pidiendo presentes así que comenzó el romance entre los dos.

A Zaida no le gustó mucho: sabía que su hija no estaría con nadie porque su corazón era muy ruin y sólo quería jugar con ese chico, pero Zaida no podía hacer nada. Zoraida salió de su campamento y siguió al muchacho a Fedala, una pequeña ciudad costera entre Casablanca y Rabat. Con el tiempo, sin embargo, Zoraida vio que Mustafá no iba a darle más regalos, porque no tenía más dinero. Como era codiciosa, dejo a Mustafá y volvió a Rabat. Allí comenzó un romance con un vendedor de alfombras del mercado. Mustafá no estaba satisfecho y fue a buscar a Zoraida.

En Rabat, estaba acampando un grupo de ciganos, el grupo de Zingra que Zoraida abandonó. Zaida fue a encontrarse con su hija, como había tenido una advertencia de que Zoraida sufriría algo malo, pero no lo podía evitar, ya que Zoraida era muy ligera y que pagaría dicha conducta con su vida. En este mismo instante, Mustafá llegó a Rabat. Pronto encontró Zoraida, la tomó por el brazo y le dijo: "Cigana, tu eres mía". Zoraida dijo: - Yo no soy nadie, soy libre como los pájaros. No tengo la culpa de ser tan hermosa. No te quiero más, ¡vete de mi vida! Mustafá dijo: - Cigana, entonces vamos a morir juntos. Tomó un cuchillo y concretó lo que había dicho.


Zaida llegó demasiado tarde. Abrazó el cuerpo de su hija y dijo: - Yo sabía que este era tu fin. No se juega con los sentimientos de los demás. Zaida llevó el cuerpo de su hija al campamento. Allí se hizo una gran hoguera y quemaron el cuerpo de Zoraida. El rey Ruan sopló las cenizas en la hierba, y dijo: - Espíritu de Zoraida, que seas purificado para venir a la tierra para ayudar a las personas con gran afecto y amor. Por eso, que la cigana Zoraida hoy viene en un montón de auras con mucha suavidad y dulzura. Esta cigana es quién transmite paz, amor y afecto a aquellos que la buscan, porque su espíritu fue limpiado de todas las cosas malas que hizo en la Tierra.

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