Hemos recalcado suficientemente que el elegbara es
evolutivo. Por ende, cada paso que da es, por lógica, un avance en su
crecimiento espiritual. Va subiendo, por así decirlo, una ladera de montaña
paso a paso, hasta que llega a un plano de identificación total con su misión.
El desenvolvimiento
de estas etapas consiste en un aprendizaje dirigido convenientemente con miras
a llegar al punto de partida de tal camino evolutivo, comenzando por el momento
en el cual la entidad -utilizando la prerrogativa de ser dueño y esclavo de su
palabra, que es ley- habla acerca de sí mismo y diseña un conjunto de símbolos
que sellan de algún modo el compromiso de aceptar su misión en esta tierra.
Esto se conoce como "ponto riscado".
Dibuja el despliegue visible y mágico de su tarea, como una
especie de carné de identidad que luego será llevada al metal para la segunda
etapa. Segunda etapa: Esta fase es el asentamiento, la ordenación material de
los elementos dispersos que lo componen: armas, butos, etc.
Ahí se asienta su pár
porque no se concibe nada que pueda actuar sin su par complementario. En este
período comienza a valorizar la importancia de la primera faca, para poder
efectuar en los reinos afines los servicios que sean precisos. La segunda viene
luego, junto al permiso de poder moverla dentro de la Aruanda.
La tercera es la
siguiente en un orden, e implica que ese' Exu está capacitado suficientemente
para dar su comida a otros elegbaras que así se lo solicitaran, siempre
atentamente observado y encaminado por su jefe en la Ley.
Finalmente, ya
prácticamente en la meta, es autorizado a alimentarse por sí mismo si así lo
deseara ó necesitara: esto se conoce en medios religiosos como
"liberación", pero no necesariamente( significa rompimiento o
repulsa. Simplemente el Exu, a juicio de su iniciador, alcanzó la mayoría de
edad, y está en el momento propicio de organizarse sin ayuda) Primera etapa –El
ebó de pluma- (gana quartinha y guía) Segunda etapa –El ebó de asiento- como lo
dice la propia definición, se asienta la energía con sus elementos, y
obviamente, en cuatro pies.
Las próximas etapas han sido ya mencionadas en este
mismo ítem, de modo que ahorramos al lector la repetición.
La guía imperial de
Exu varía considerablemente de casa en casa, y también, por qué no decirlo, de
acuerdo al pedido del propio elegbara que la quiere de talo cual hechura.
Generalmente tiene siete piernas y nueve pasajes.
Como es posible apreciar, la
Kimbanda no es un culto satánico porque se desprende como un fruto maduro de un
árbol en el que no hay concepto de Mal en sí mismo. Malo es lo que nos daña,
bueno lo que nos gratifica. Y partiendo de la básica ley del eterno retorno, el
hombre actúa con su libre albedrío en plenitud. Lo que siembre cosechará,
inexorablemente, más tarde o más temprano.
El culto a Eshu, la ley ritual de Kimbanda o La adopción del
mensaje de Eshu desde el Alto Astral es un apasionado himno de libertad y
respeto. Quien no evoluciona -pero cuidado que evolución no tiene nada que ver
con ganar plata fácil estafando- debe haber descuidado la relación íntima,
plena y total con su compadre Eshu.
De otro modo, jamás existiría la carencia.
La Kimbanda promueve el aprovechamiento para crecer y evolucionar dentro de los
límites de la materia, desde la más densa hasta la más sutil.
Es un canto a la
vida, a la solidaridad, a la justicia. Un sistema que aporta reserva de luz
interior para cuando nos toque penetrar en el pasillo oscuro de lo desconocido.
Y allí Eshu es guardián y guía. Laroye Esú! .
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