Oyá no podía tener hijos y fue a consultar al babalaô. Este
le dijo, entonces, que si ofreciera sacrificios, podría tenerlos.
Uno de los
motivos por los cuales no tenía todavía era porque ella no respetaba su
prohibición alimentaria (evó), que prohibía comer carne de carnero.
El
sacrificio sería de 18.000 caracoles de mar (el pago), muchas telas coloridas y
carne de carnero.
Con la carne preparó un remedio para que ella lo comiera; y
nunca más debería comer de esa carne. En cuanto a las telas, deberían se
entregadas como ofrenda.
Ella así lo hizo y, tiempo después, dió a luz nueve hijos
(número místico de Oyá). De ahí en adelante ella también pasó a ser conocida
por el nombre de "Iyá omo mésan", que quiere decir "la madre de
nueve hijos" y que se aglutina como "Iyansan".
Hay otra leyenda para explicar el mito de Iansã. En cierta
época, las mujeres eran relegadas a un segundo plano en sus relaciones con los
hombres. Entonces ellas resolvieron castigar a sus maridos, pero sin ningún
criterio o límite, abusando de esta decisión, humillándolos en demasía.
Oyá era la líder de las mujeres, qeu se reunían en el
bosque. Oyá había domado y entrenado un mono marrón llamado ijimerê (en
Nigeria).
Utilizó para ello una rama de atori (ixã) y lo vestía con una ropa
hecha de varias tiras de tela colorida, de modo que nadie veía el mono debajo
de las telas.
Siguiendo un ritual, mientras Oyá blandía el ixä en el suelo
el mono saltaba de un árbol y aparecía de forma alucinante, moviendose como
fuera entrenado para hacerlo. De este modo, durante la noche, cuando los
hombres pasaban por ahí, las mujeres (que estaban escondidas) hacían aparecer
el mono y ellos huían totalmente asustados.
Cansados de tanta humillación, los hombres fueron con un
babalaô para intentar descubrir lo que estaba sucediendo. A través del jogo de
Ifá, y para castigar a las mujeres, el babalaô les cuenta la verdad y les
enseña como vencer a las mujeres a través e sacrificios y astucia.
Ogum fue el encargado de la misión. El llegó al lugar de las
apariciones antes que las mujeres. Se vistió con varias telas, quedando
totalmente cubierto y se escondió. Cuando las mujeres llegaron, apareció
súbitamente, corriendo, gritando y blandiendo su espada por los aires. Todas
huyeron desesperadas, inclusive Oyá.
Desde entonces los hombres dominaron a las mujeres y las
expulsaron para siempre del culto de Egum; hoy, ellos son los únicos
autorizados para invocarlo y venerarlo. Pero, aún así, ellos rinden homenaje a
Oyá, en su calidad de Igbalé, como creadora del culto de Egum.
Conviene hacer notar que, en el culto, Egum nace en la selva
(igbo igbalé). En Brasil, en el ilê awo, él nace en el cuarto de balé, donde
son colocadas
ofrendas de comidas y realizadas ceremonias a los Eguns.
Oyá también es venerada como madre y reina de Egum, como Oyá
Igbalé. Y, como nos explica la leyenda, Oyá, la selva y el mono están
intimamente ligados al culto, inclusive en relación a la voz del mono como
forma de hablar del Egum
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