Los negros yorubanos originarios de Nigeria trajeron a
Brasil el culto de sus ancestrales, llamado Eguns o Egunguns. En Itaparica ,
dos sociedades perpetúan esa tradición religiosa.
Los cultos de origen africano llegaron junto con los
esclavos a Brasil. Los yorubanos - uno de los grupos étnicos de Nigeria,
resultado de varias agrupaciones tribales, tales como Ketu, Oyó, Ijexá, Ifan e
Ifé, de fuerte tradición, principalmente religiosa - nos enriquecieron con el
culto de divinidades denominadas genéricamente de orixas. (1 - por razones
gráficas y para facilitar la lectura, los términos en idioma yoruba fueron
aportuguesados. Ej.: orisá = el orixá.)
Esos negros yorubanos no sólo adoran y rinden culto a sus
divinidades, sino también a sus ancestrales, principalmente los masculinos.
La
muerte no es el punto final de la vida para el yorubano, porque él cree en la
reencarnación (àtúnwa), es decir, la persona renace del mismo seno familiar al
cual pertenecía; ella revive en uno de sus descendientes. La reencarnación se
realiza en ambos sexos; es un hecho terrible y penoso para ellos no reencarnar.
Los muertos del sexo femenino reciben el nombre de Iami Agbá
(mi madre anciana), pero ellos no son individualmente venerados. Su energía
como ancestral se aglutina de una manera colectiva y es representada por Iami
Oxorongá, también llamada: Iá Nlá , la gran madre. Esta inmensa masa de energía
que representa el poder de la ancestralidad colectiva de lo femenino es
venerada por la " Sociedad Geledê", compuesta exclusivamente por
mujeres, y sólo ellas detentan y manipulan este peligroso poder. El miedo del
enojo de Iami en las comunidades es tan grande que, en las fiestas anuales en
Nigeria en honor al poder femenino ancestral, los hombres se visten de mujer y
usan máscaras con características femeninas, bailan para calmar el enojo y
mantener, entre otras cosas, la armonía entre el poder masculino y el femenino
.
Además de la Sociedad Geledê, existe también en Nigeria la
Sociedad Oro. Éste es el nombre dado al culto colectivo de los muertos
masculinos cuando no son individualizados. Oro es una divinidad así como Iami
Oxorongá, siendo considerado el representante general de los antepasados
masculinos y venerado solamente por hombres. Tanto Iami cuanto Oro son
manifestaciones del culto a los muertos. Son invisibles y representan a la
colectividad, pero el poder de Iami es más grande y, por consiguiente, mas
controlado, inclusive, por la Sociedad Oro.
Otra forma, y más importante de culto a los ancestrales
masculinos, es elaborada por las " Sociedades Egungum." Éstas tienen
como finalidad celebrar ritos a hombres que fueron figuras destacadas en sus
sociedades o comunidades, cuando vivos, para que ellos continúen presentes
entre sus descendientes de forma privilegiada, manteniendo en la muerte su
individualidad.
Estos muertos aparecen de manera visible pero camuflada, la
verdadera respuesta religiosa de la vida después de la muerte, denominada Egum
o Egungum. Sólo los muertos del sexo masculino hacen apariciones, porque sólo
los hombres poseen o mantienen la individualidad; a las mujeres le es negado
este privilegio, así como el de participar directamente del culto.
Esos Eguns son venerados de forma adecuada y específica por
su sociedad, en lugares y templos con sacerdotes diferentes de los de los
orixas. Aunque todos los sistemas de sociedad que conocemos sean diferentes, el
conjunto forma una sola religión: la yorubana.
En Brasil existen dos de esas sociedades de Egungum, cuyo
tronco común se remonta al tiempo de la esclavitud: Ilê Agboulá, la más
antigua, en Ponta de Arena, y una más reciente y ramificación de la primera, o
Ilê Oyá, ambas en Itaparica, Bahía.
El Egum es la muerte que vuelve a la tierra en forma espiritual
y visible a los ojos de los vivos. Él "nace" a través de ritos que su
comunidad elabora y de las manos de los Ojé (sacerdotes), muñidos de un
instrumento invocatorio, un bastón llamado "ixã", que, tocando en la
tierra 3 veces y acompañado de palabras y gestos rituales, hace que la
"muerte se transforme en vida", y el Egungum ancestral
individualizado esté de nuevo "vivo".
La aparición de los Eguns está rodeada de misterio,
diferente al culto de los orixás, en el cual el trance se sucede durante las ceremonias
públicas, delante de ojos profanos, de fieles y de iniciados.
El Egungum
simplemente surge en el salón, causando impacto visual y usando la sorpresa
como rito. Se presenta con una forma corporal humana totalmente recubierta por
una ropa de tiras multicolores, que caen desde la parte superior de la cabeza
formando una gran cúmulo de telas, debajo de la cual no se ve ningún vestigio
de lo que es o de quien está bajo esa ropa. Habla con una voz gutural,
inhumana, ronca y, a veces, aguda, metálica y estridente - característica de
Egum, llamada de séègí o de sé, y que está relacionada con la voz del mono
marrón, llamado ijimerê en Nigeria.
Las tradiciones religiosas dicen que bajo la ropa está
solamente la energía del ancestral; otras corriente afirman que bajo las telas
está algún meriwo (iniciado en el culto de Egum) bajo trance medíúnico. Pero,
contradiciendo la ley del culto, los mariwo no pueden caer en trance, de
cualquier tipo que sea. Sea como sea, Egum está entre los vivos, y no se puede
negar su presencia, energética y mediúnica, pues las ropas están allí y ahí
está el Egum.
La ropa del Egum - llamada de eku en Nigeria o opá en Bahía
- o el Egungum propiamente dicho, es altamente sacra y sacrosanta y, por dogma,
ningún ser humano puede tocarla. Todos los mariwo usan el ixã para controlar a
la muerte, allí representada por los Eguns. Ellos y los asistentes no deben
tocarse, pues, como se dice en los dichos populares de esas comunidades, la
persona que sea tocada por Egum se cargará negativamente y el peligro la
rondará. Esa persona deberá pasar por varios ritos de purificación para alejar
los peligros de enfermedades o, tal vez, la propia muerte.
O sea, el Egum es la materialización de la muerte bajo las
tiras de tela, y el contacto, aún un simple toque al pasar de esas tiras, es
perjudicial. E inclusive los sacerdotes más calificados - como los ojé atokun,
que invocan, guían y celan a uno o más Eguns - desempeñan todas esas
atribuciones sustituyendo la manos por el ixã.
Los Egum-Agbá (anciano), también llamados de Babá-Egum
(padre), son Eguns que ya tuvieron sus ritos completos y permiten, por eso, que
sus ropas sean más completas y sus voces sean liberadas para que ellos puedan
conversar con los vivos.
Los Apaaraká son Eguns mudos y sus ropas son las más
simples: no tienen tiras y parecen un cuadro de género con dos pantallas, una
adelante y la otra atrás. Esos Eguns todavía están en proceso de elaboración
para alcanzar el status de Babá; son traviesos e imprevisibles, asustan y
causan terror a la gente.
El eku de los Babá está dividido entres partes: el Abalá,
que es un armazón cuadrado o redondo, como si fuese un sombrero que cubre
totalmente la extremidad superior del Babá, y de la cual caen varias tiras de
telas coloridas, formando uNa especie de volados con tiras a su alrededor; el
kafô, una túnica de mangas que acaban en guantes, y piernas que acaban
igualmente en zapatos; y el banté, que es una tira de tela especial agarrada en
el kafô e individualmente decorada y que identifica al Babá.
El banté, que fue previamente preparado e impregnado de axé
(fuerza, poder, energía transmisible y acumulable), es usada por el Babá cuando
está hablando y bendiciendo a los fieles. Él lo sacude en dirección a la
persona y hace gestos con las manos que simulan el acto de agarrar algo, en ese
caso el axé, e incorporarlo. Al contrario del toque en la ropa, este acto es
altamente benéfico. En Nigeria, los agbé-Egum llevan el mismo tipo de ropa,
pero con algunos aditamentos: unos usan sobre el alabá, mascaras esculpidas en
madera llamadas erê egungum; otros, entre los albá y el kafo, usan pieles de
animales; algunos Babá portan en la mano el opá iku y, a veces, el ixá. En
estos casos, la ira de los Babás es representada por esos instrumentos
litúrgicos.
Existen varias calificaciones de Egum, como Babá y Apaaraká,
según los ritos, y entre los Agbá, según sus ropas, parámetros y maneras de
comportarse. Las calificaciones, en verdad, son extensas.
En las fiestas de Egungum, en Itaparica, el salón público no
tiene ventanas, y, después que los fieles entran, la puerta principal se cierra
y sólo se abre al final de la ceremonia, cuando el día ya está clareando. Los
Eguns entran en el salón a través de una puerta secundaria y exclusiva, único
lugar de unión con el mundo externo.
Los ancestrales son invocados y ellos rondan por los
espacios físicos del lugar. Varios amuxã (iniciados que portan el ixã)
funcionan como guardias esparcidos por el lugar y en sus límites, para evitar
que algunos Babá o los peligrosos Apaaraká escapen a los ojos atentos de los
ojés, salgan del espacio delimitado e invadan los alrededores no protegidos.
Los Eguns se invocan en otra construcción sacra, cerca pero
separada del gran salón, llamada de ilê awo (casa del secreto), en Bahía y igbo
igbalé (bosque de la selva), en Nigeria. El ilê awo está dividido en una
antesala, donde solamente los ojé pueden entrar, y el lèsànnyin o el ojê agba
entran.
Balé es el lugar donde están los idiegungum, los
asentamientos - estos son elementos litúrgicos que, asociados, individualizan e
identifican el Egum allí venerado - y el ojubô-babá, que es un agujero hecho en
la tierra, rodeado de varios ixã, los cuales, parados, delimitan el lugar.
En los ajubô se colocan ofrendas de alimentos y sacrificios
de animales para el Egum que es venerado o invocado. En el ilê awo también está
el asentamiento de la divinidad Oyá, en su cualidad de Igbalé, o sea, Oyá
Igbalé - la única divinidad femenina venerada, simultáneamente, por los adeptos
y por los propios Eguns
En el balé los ojê atokun van a invocar el Egum elegido
directamente en el asentamiento, y es en este lugar que el awo (secreto) - el
poder y el axé de Egum - nace a través del conjunto ojê-ixã/idi-ojubô. La ropa
toma cuerpo y Egum se torna visible a los ojos humanos.
Después que salen del ilê awo, los Eguns son conducidos por
los amuxã hasta la puerta secundaria del salón, entrando en el lugar donde los
fieles los esperan, causando espanto y admiración, pues ellos llegaron allí
llevados por las voces de los ojê, por el sonido de los amuxã, blandiendo los
ixã por el suelo y a los gritos de saludo y repiques de los tambores de los
alabê (tocadores y cantadores de Egum). El clima es realmente perfecto.
El espacio físico del salón se divide en sacro y profano. El
sacro es la parte donde están los tambores y sus alabê y varias sillas
especiales previamente preparadas y elegidas, en las cuales los Eguns, después
de danzar y cantar, descansan por algunos momentos en compañía de otros,
sentados o caminando, pero siempre unidos, el mayor tiempo posible, con su
comunidad. Este es el objetivo principal del culto: unir los vivos con los
muertos.
En esta parte sacra, las mujeres no pueden entrar ni tocar
las sillas, pues el culto es totalmente restricto a los hombres. Pero existen
raras y privilegiadas mujeres que son la excepción, como si fuese la propia
Oyá; ellas son generalmente iniciadas en el culto de los orixás y poseen
simultáneamente ojê (puesto y cargo jerárquico) en el culto de Egum - estas
posiciones de gran relevancia causan envidia a la comunidad femenina de fieles.
Son estas mujeres que celan por el culto, fuera de los ministerios,
confeccionando las ropas, manteniendo el orden en el salón, respondiendo a
todos los cánticos y conduciendo algunos especiales, en los que solamente ellas
tienen el derecho de cantar a los Babá.
Antes de iniciar los rituales para
Egum, ellas hacen una ronde para danzar y cantar en honor a los orixás, después
de este saludo ellas permanecen sentadas con las otras mujeres. Ellas funcionan
como eslabón de unión entre los atokun y los Eguns al transmitir sus mensajes a
los fieles. Ellas conocen todos los Babá, sus modos de ser y sus manías, y
saben como agradarlos.
Este espacio sagrado es el mundo del Egum en los momentos de
encuentro con sus descendientes. La gente está separada de este mundo por los
ixã que los amuxã colocan estratégicamente en el suelo, haciendo así una
división simbólica y ritual de los espacios, separando la "muerte" de
la "vida".
Es a través del ixã que se evita el contacto con el Egum:
él respeta totalmente el precepto, es el instrumento que los invoca y los
controla. A veces, los mariwo son obligados a detener el Egum con el ixã en el
pecho, tal es la voluptuosidad y la tendencia natural que él tiene de ir al
encuentro de los vivos, siendo preciso, una que otra vez, que el propio atokun
tenga que intervenir rápida y crispidamente, pues es el ge que por el cela y lo
invoca, por el cual él tiene gran respeto.
El espacio profano se divide en dos lados: a la izquierda
están las mujeres y niños y a la derecha, los hombres. Después que Baba entra
en el salón, comienza a cantar sus cánticos preferidos, porque cada EGUM en
vida pertenecía a determinado orina. Como dice la religión, toda persona tiene
su propio orina y esta característica se mantiene en el GUM. Por ejemplo: si
alguien en vida pertenecía a xango, cuando muere y viene con EGUM, él tendrá en
sus vestiduras las características de Xango, tirando a los colores rojo y
blanco.
Portará un ose (hacha de lámina , que es su insignia, pedirá a los
alabes que toquen el aLuja, que también es el ritmo preferido de Xango, y
danzará al son de los tambores y de las palmas entusiastas y excitadamente
marcadas por los foie femeninos, que también responderán a los cánticos y
exigirán la misma animación de las otras personas allí presentes.
Baba también danzará y cantará sus propias músicas, después
de haber loado a todos y ser bastante reverenciado. Conversará con los fieles,
hablará en un posible yoruba arcaico y su ato un funcionará como traductor. Baba-GUM
comenzará preguntando por sus fieles más frecuentes, principalmente por los
foie femeninos; después por los otros y finalmente será presentado a las
personas que están allí por primera vez.
Baba estará orientando, bendiciendo y
castigando, si fuera necesario, haciendo el papel de una verdadero padre
presente entre sus descendientes para aconsejarlos, manteniendo así la moral
disciplina común a sus comunidades, funcionando como verdadero mediador de las
costumbres y de las tradiciones religiosas y laicas.
Finalizando la conversación con los fieles y ya habiendo
visto a sus hijos, Babá-Egum parte, la fiesta termina y la puerta principal se
abre: el día ya amaneció. Babá partió, pero continuará protegiendo y
bendiciendo a los que fueron a verlo.
Esta es una breve descripción de Egungum, de una fiesta y de
su sociedad, no detallada, pero suficiente para un primer y simple contacto con
este importante lado de la religión. Y también para comprender la muerte y la
vida a través de las ancestralidades veneradas en esas comunidades de
Itaparica, como un reflejo de la sobre vivencia directa, cultural y religiosa
de los yorubanos de Nigeria.
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