Es un ejercicio práctico y sencillo. Podemos hacerlo en
cualquier sitio y siempre que notemos que hemos generado, por cualquier
circunstancia, energías negativas y que nos producen sensaciones molestas y nos
están perjudicando.
Hemos de permitir que la energía fluya a través nuestro y
para éso es importante mantener un buen contacto con el suelo. Después te
imaginas como la energía es absorvida por las manos, como fluye por tu cuerpo y
como es cedida a la tierra a través de los pies.
Podemos variar un poco el
ejercicio. Dejamos la mano de la que emana la energía negativa y la otra la
colocamos directamente en el suelo. Al hacerlo, debes concentrarte en la idea
de lo que estás haciendo, una mano absorve la energía y la otra la transfiere. La
mayoría de las mujeres hacen mejor la transferencia con la mano derecha,
mientras que los hombres acostumbran a usar con mayor comodidad la izquierda.
En cualquier caso, lo más sencillo es ceder hacia abajo las energías oscuras y
no enviarlas hacia el cielo.
Después de un rato sentirás una inversión del flujo de
energía y notarás progresivamente como mejoras. Y llegados a este punto, a lo
mejor alguien se pregunta como distinguimos las energías "buenas" de
las "malas".
Es relativamente fácil clasificarlas, dependiendo de si
sientes dolores más o menos intensos, un claro malestar o ansiedad. La forma
más sencilla de diferenciarla de forma fiable es ver si la energía que sientes
y que deseas evacuar es clara u oscura.
La alegría, el vigor o la melancolía nunca
se mostrarán como una masa oscura, al igual que la depresión, la rabia
destructora o el odio no se aparecen como color o luz amistosos..
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