Su leyenda dice que María Mulambo
nació en cuna de Oro, cercada de lujo. Sus padres no eran reyes,
pero formaban parte de la corte de un pequeño reino. María creció
y se mantuvo siempre bella y delicada. Siempre fue llamada por todos
“la princesita” aunque no lo era. A los 15 años, fue pedida en
casamiento por el Rey, para casarse con su hijo de 40 años.
Fue
claro, un casamiento sin amor, apenas para que las familias se
uniesen y su fortuna aumentase. Los años pasaban y María no quedaba
embarazada. Y el reino por supuesto estaba necesitado de un sucesor
para el trono. María mantenía dentro suyo el dolor de haberse
casado sin amor y ahora mas de ser llamada “el árbol que no da
frutos”; en esa época toda mujer que no era capaz de concebir y
tener hijos era tenida por maldita.
Al mismo tiempo, mientras todo esto
pasaba nuestra María practicaba la caridad dirigiéndose ella misma
a los poblados donde se encontraban los pobres del reino, ayudar a
los dolientes y necesitados. En estos viajes a los lugares pobres,
conoce a un joven, apenas dos años mayor a ella, que había
enviudado y tenia tres hijos pequeños, de los cuales se encargaba y
cuidaba con mucho amor. Fue Amor a primera vista, de ambas partes,
solo que ninguno de los dos tenia el coraje de aceptar ese amor.
El Rey murió, el príncipe fue
coronado Rey y María declarada Reina de aquel pequeño reino. El
pueblo adoraba a María, pero algunas la veían con envidia y por
ello la criticaban por no poder embarazarse. El día de la coronación
los pobres súbditos no tenían nada que ofrecer como agrado para
María, que era tan bondadosa con ellos. Entonces le hicieron una
alfombra de flores para que María pasase sobre por encima. Nuestra
María se emocionó; su marido, el Rey, murió de envidia y al llegar
al castillo encerró a María en el cuarto y le dio a María la
primera de numerosos golpizas que luego le aplicaría.
Bastaba que el Rey bebiese solo un poco
para que María sofriera las agresiones verbales, golpes, sacudidas y
puntapiés. De todas maneras, machucada, nuestra María no paró de
ir a los poblados pobres y de practicar a caridad. En uno de esos
días, el amado de María, al verla con tantas marcas, resolvió
declarar su amor y propuso que huyeran, para así vivir realmente su
gran amor.
Combinaron todo. Los padres del hombre
tomarían cuidado de los hijos de éste hasta que la situación se
calmase y él pudiera reconstruir la familia.
María huyó con su amor apenas con la
ropa que tenía puesta, dejando Oro y joyas atrás. El Rey en un
principio ordenó buscarla, pero, como no la encontró, desistió.
María ahora no se vestía con lujo y riquezas, ahora vestía ropas
humildes que, de tanto usarlas, parecían mulambos (“harapiento”);
pero ella era feliz. Y se embarazó. La noticia corrió por todo el
país y llegó a los oídos del Rey. El Rey se desesperó al saber
que era él quien sería llamado “el árbol que no da frutos”. La
locura se apoderó de él al saber que era estéril y, como Rey,
hallaba que eso no podía suceder. El tenía que limpiar su nombre y
su honor.
Mandó a sus guardias que capturaran a
María, que de reina paso a ser llamada de María Mulambo, no como
burla pero, si, por el hecho de que ella ahora pertenecía al pueblo.
Ordenó a los guardas que amarren dos piedras a los pies de María y
que la arrojasen en la parte más profunda del río. El pueblo no
supo nada, solamente los guardias sabían del crimen; solo que 7 días
después del crimen, en los márgenes del río, en el lugar donde
María fue asesinada, comenzaron a nacer flores que nunca allí
habían nacido. Los Peces del río solamente eran pescados en ese
lugar, donde solo faltaba esperar a que saltaran fuera del agua.
Su amado desconfió y busco en el río,
procurando el cuerpo de María; y lo encontró. Pese a todo y después
de estar tantos días hundido en el agua, el cuerpo estaba intacto;
parecía que iba a volver a la vida. Los mulambos (retazos o pedazos
de ropas) con que María fue arrojada al río desaparecieron. Su ropa
era ahora de una Reina. Joyas colgaban de su cuello y adornaban todo
su cuerpo. El pueblo veló su cuerpo inerte y, como era de costumbre,
hicieron una ceremonia digna de una Reina y cremaron su cuerpo. El
Rey enloqueció. Su amado nunca mas se caso, cultuandola de por vida,
a la espera de poder encontrarla de nuevo. A la espera de poder
reencontrar a su María.
El día en que él murió y reencontró
a su María, el cielo se puso del azul más limpio y tubo inicio la
primavera.
Así a nuestra María, que ahora era a
Reina María Mulambo, se volvió leyenda; y hasta hoy es invocada
para protección de los amores imposibles. Su misión es: tratar la
basura espiritual en que la mayoría de las personas vive, curar la
depresión y hacer que los humanos crean en si mismos, en su poder.
Este es su fundamento.
Laroiê Exú Mujer María Mulambo!!!...
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