
La Magia Negra se invoca para matar, herir o causar la
destrucción, pero también beneficio propio, sin tener en cuenta las
consecuencias perjudiciales que pueda causar a otras personas. Como término, la
magia negra podría ser utilizado para describir una forma de ritual que algún
grupo o persona no aprueba.
Pero no todo lo que se llama magia negra tiene
malas intenciones o malévolas.
Forman parte de este tipo de magia las misas negras, los
maleficios de toda clase (especialmente los del Vudú), los pactos diabólicos,
la brujería satánica, los hechizos en los que se invocan o evocan potencias
infernales…
En la antigüedad, la Magia Negra fue conocida con el nombre
de Goecia (del griego goeteía, encantamiento, de góes, mago, derivado de la
raíz gon, gaos, gemido, clamar) aludiendo a los gritos e imprecaciones que los
magos y hechiceros empleaban para conjurar a las potencias malignas a cometer
tal o cual acto.

La magia negra es la variante malévola de la magia
blanca.
La influencia de la cultura popular ha conllevado que
algunas prácticas como el satanismo hayan sido incluidas dentro de la Magia
Negra, pero mientras que la invocación de demonios o de espíritus es una parte
aceptada de la magia negra, esta práctica es muy distinta y no implica la
adoración o la deificación de estos seres espirituales.
El satanismo no es una religión de “luz blanca”; es una
religión de la carne, de lo mundano, y de lo carnal, aspectos que están
gobernados por Satán.
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